martes, 23 de octubre de 2012

El día que perdí, reíste junto a mi


Un día abrí los ojos, sentí el pinchazo de una flor apenas debajo de el centro de mi estomago, inaugure llanto y con el tiempo me fui perfeccionando. El resto fue crecer y ver como se extienden los brazos y el piso se aleja; Crece el pelo, 

vienen dientes y dientes van, aprendo a hablar, a decir mama, aprendo que existe mucho más que flores, que los cuentos pueden ser lugares a habitar, que el mundo se entiende mucho mas allá de esa puerta que a veces pasan vos y papa.
Descubro el atril de la naturaleza (el cielo) y comprendo que queda mucho más por saber, pero me caigo y venís corriendo, me sacudís un poco la ropa y te reís, entonces yo se que también me puedo reír y dejo las cosas chicas como las lagrimas para otro momento.
Conocí el mar entendiendo que la magnitud representaría nuestra unión durante todos los días de mi vida y me alzaste para seguir riendo; Me ayudaste a saber que quería vivir entre risas y a eso me dedique. Pero existe el dolor. El emocional como cuando no podía estar con vos y papa porque era grande entre oscuridades tenebrosas de noches prolongadas. Y el dolor físico…
Me visita el recuerdo de ese pinchazo, el de la flor y levanto mi remera. La marca sigue ahí, le puse un nombre como a mi mono de peluche y mi marca se llama amor; Porque es del día que nos separaron involuntariamente para juntarnos todo el resto de los días, por nuestra propia voluntad.

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