sábado, 19 de mayo de 2012

Sos vos en mi mundo.

Ya había oscurecido y corría un viento helado que le arremolinaba el pelo y nos enfriaba la nariz. Pero no dejamos de conversar, de bromear ni de reír. Fue ese pequeño gesto; y entonces la miré a los ojos. Sus ojos, que eran oscuros pero increíblemente cristalinos. Y comprendí que existía todo ese universo de posibilidades, de probabilidades... Ella debió de notarlo también. Entonces, fuimos cómplices de la creación de un universo paralelo. Porque en éste, ni modo.
Y reímos, pero ya más sombríamente.
Pero seguimos riendo.
 
Me dediqué a observarla, y a escribir sobre ella. Lo escribí largamente y en detalle; su voz de pantera, su olor a salvaje, su manera de moverse, su curioso modo de existir, el color tormentoso de sus ojos... de todo eso escribí. Lo fui capturando en el papel, rasgo por rasgo. Lo capturé en tinta indeleble, para que indeleble se quedara siempre.
Y luego salí a caminar, ignorando al tiempo, consciente de que esa noche ella existía en algún lugar...
Pero no de la ciudad, si no dentro de mi bolsillo.


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